Tempestades, y otros fenomenos

"Respeten a la ira de Dios" - así nos regañaba la abuela cuando en medio de la tempestad con truenos y centellas no dejábamos el desorden o nos peleábamos, mas comunmente esto ultimo. Apenas iniciada la función de relámpagos y truenos, mi mama tapaba los espejos y prohibía andar a pies descalzos. Y si era de noche, prendía la lampara y buscaba los fósforos y las velas.

En medio de la tempestad debíamos permanecer en un solo sitio callados y quietos y si era de noche, todos nos despertábamos y en veloz carrera nos cambiábamos a las camas de madera que según no transmitían la electricidad.  Mas por desorden que por miedo.

En mi casa siempre hubo pensionados, costumbre que se acabo al mudarse mi mama a Cartagena, todos llegaban con su maleta, su cama de spring - de esas que se cierran con todo y colchon - su juego de sabanas, cartones para meter entre el colchón y la malla de alambre de la cama, colchón cuatro golpes, (se llamaban asi pues se le daban cuatro golpes, se ponían del lado contrario y ya bastaba para limpiarlos) y nunca, pero nunca podían faltar los rollitos hechos de caucho de neumáticos para ponerlos entre las patas de la cama y el piso. De esta manera si caía un rayo, el que dormía en la cama no era alcanzado.

De suerte, que cada vez que había tempestad la romería de un cuarto al otro era grande y todos despiertos y no faltaba el aterrorizado que se le habían perdido los cauchos y no se atrevía a acostarse por miedo a quedar carbonizado.

Los que no cabían en las camas de madera o no podían por aquello de no revolver los géneros, se sentaban en sillas de madera, taburetes, o mecedores, en la sala de televisión, a esperar que terminara la tormenta, hablando y refiriendo cuentos y chistes como un medio de exorcizar el miedo que producían los truenos y cerrando los ojos cuando la luz de los relámpagos nos iluminaba como si de día se tratase.

Y mi mama con nosotros, no importa la hora, después de la tempestad, siempre había algo que comer y que beber para llamar al sueño de nuevo y festejar al día siguiente las anécdotas de cada quien y como manejaba sus propios temores.

Esta costumbre de tapar a los espejos la conozco desde que me conozco, la he visto en todas las familias, al igual que los rollos de caucho, indispensables para todo pensionado.  Aun estas costumbres persiten y en mi memoria, en horas de relampagos y centellas, vuelven a mi mente como si de ayer se tratara.  Aun en mi caja de herramientas tengo un pedazo de neumatico, mas por nostalgia que por que sea una medida drástica contra un rayo.  Aun hoy, comienza a llover de noche y busco los fosforos y las velas y las tengo en un lugar donde poder alcanzarlas en la oscuridad.

También era peligroso dormir en hamaca en medio de una temepestad, decian que la hamaca atrae los rayos cual antena, quiza por una jugarreta de la mente la hamaca se semejaba  mucho a las antenas de los radios antiguos que consitia de un cable parecido a guaya de frenos de bicicleta tendido entre dos guaduas, analogicamente, el cerebro sacó sus propias conclusiones.

Casi todo era malo, y bañarse en los aguaceros mas aun, solo si llovía sin truenos podiamos hacerlo. Cuando yo vivia en la casa de palma, habia una cuestion mas, los rayos prendian las casas de palma, con una candela tal que el agua que caía no la podía apagar, para esto, se tenia guardado en un lugar fresco, un huevo de gallina puesto en viernes santo, era lo unico que apagaba la candela de un rayo, habia que arrojarlo entre las llamas y como por encanto el fuego se extinguía, nunca lo vi ni tuve que comprobar si en verdad funcionaba, gracias a Dios.

Si la tempestad era muy grande y estaba demorando mucho, habi dos manera de detenerla: una, encendiendo el velon bendito con el cual tomamos la primera comunión o quemando la palma que usamos el domingo de ramos. No se si por coincidencia, pero a veces funcionaba.

Cuando se veia al temporal y se quería prevenir su caida, se tomaba un escobajo y se adornaba con flores y se clavaba en la mitad del patio, una cruz de ceniza en el sol tambien servia o un espejo mirando al cielo. Muchas veces vi hacer esto, algunas funcionaba otras no, pero la gente lo hacia con fe.

Las gente se seguía para siembras y conocer el panorama de lluvias, por el almanaque bristol, que ademas de decir el santo patrono cada dia, daba información metereologica y sobre las mareas para los pescadores. EL almanaque bristol, aun lo venden, lo acompañaban en predicciones las cabañuelas, evento que consistia en comaparar el primero de enero con el mes de enero, el dos de enero con el mes de febrero y asi. SI ese dia llovia el mes correspondiente iba a ser lluvioso, si no llovía, sería seco. Yo creo que tanto las cabañuelas como el almanaque bristol fueron los antecesores del IDEAM, metiendo las rodillas de mi abuiela que le dolían cuando se aproximaba alguna lluvia.

Estos sistemas campesinos eran muy buenos, hace algunos días alguien me contó que Max Henriquez regreso a su pueblo como metereologo graduado, y quizo dormir en hamaca para recordar su infancia. A media noche, el padre de él lo llama y le dice que se baje de la hamaca que va a llover y con truenos. Max observa con ojo profesional al cielo y dice que eta equivocado, que se ve todo despejado py se acuesta de nuevo. Media hora mas tarde comienza tremendo chaparron con truenos y centellas, Max asombrado busca a su padre y le pregunta como supo que iba a llover y el papá le responde: Fijate en esa burra, cuando ese animal alza el rabo y lo ladea a la izquieerda seguro que llueve con truenos y centellas.

En estos dias de sol, con lluvias de repente, el olor a tierra mojada invade mi memoria y me hace recordar tantos ratos felices que pase baje la lluvia, bañandome, corriendo, buscando monedas (chinas,  se llamaban entonces) en los lechos de las corrientes, las carreras de un lado al otro del pueblo, y si alguien se cortaba lo cargabamos entre todos y lo llevamos a la casa mas cercana donde una señora sabia le echaba cafe en polvo en la herida para detener la sangre y ya estaba, se le amarraba con un pañuelo y podia seguir la diversion.  Ahora, despues de viejo, no desaprovechio una lluvia, siempre que puedo me baño en ella y recorrro la manzana, lo que digan no importa, a veces me acompañan mis hijos, a veces lo hago solo, pero es una cosa que nunca olvidaré y que mientras pueda la seguire haciendo. Bañarme en la lluvia.

Una reflexión final: No hay ruido mas grande que el de la lluvia en una casa con techo de zinc. Estruendoso y aparatoso, pero no hay como una lluvia en casa de palma, sonido murmullante que te tranquiliza y adormece. Cuando se acabo la palma, hizo sus pininos el estres....

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Radio. Vieja Compañera de mi infancia.

El Trompo Zumbador