La T.V., el impacto de la imagen

No se cuando vi por primera vez la television, pero fue algo profundamente impactante. En mi pueblo eran muy pocos los televisores, eran grandes aparatos en blanco y negro y con tubos electronicos que encendian desesperadamente. En mi pueblo, tenian televisor mi abuelo, Manuel Arrieta Carmona, El doctor Caycedo, mi vecino, El doctro Mogollon, vecino de enfrente de la cola del patio, Andres Manuel Gamarra y la niña Abbe, Albertina de Teheran.

La gente del pueblo enloquecio con las imagenes, indudablemente que era mejor ver a Lupita Ferrer en Simplemente Maria, a oir la descripcion aproximada de su belleza por la radio. La television fue aliento para algunos y decepcion para otros. Para mi, acostumbrado a la radio, vi como muchas cosas se perdieron por no saber dar el paso del sonido a la imagen. Entre ellos Heverth Castro, pues no hubo manera de pasar a los personajes prodigiosos que solo existian en su garganta a una imagen de television donde sus presentaciones consistian en pararse delante de un microfono a tratar de que el televidente se imaginara lo que nos hacia imaginar en la radio, cosa complicada, pues tendrias que cerrar los ojos para no ver a Heverth Castro parado detras del microfono.  Algunos lograron el salto como es el caso de Los Tolimenses, otros simplemente fenecieron.

Los televisores de mi epoca eran unos mastodontes de tubos,  demoraban en encender, tanto que ponía a prueba nuestra paciencia. Cuando el televisor se encendía, como a la media hora aparecia unh punto blanco exactamente en la mitad de la pantalla, este punto, uno diez minutos despues se convertia en una linea horizontal que pasado algun tiempo comenzaba a abrirse hacia ambos lados, arriba y abajo, y asi lentamente la pantalla quedaba llena de luz, y podiamos esperar la programación de Inravision que comenzaba a las cuatro de la tarde y cerraban a las once de la noche. La programacion casi siempre eran novelas por la tarde, noticiero a las siete, musicales y peliculas hasta el final.  cambiamos a Arandú por Perdidos en el Espacio y El Tunel del Tiempo,  cuyos efectos especiales eran increibles. Naturalia con Gloria Valencia de Castaño y los musicales de Jorge Baron y jimmy Salcedo. Programas de humor Operacion Ja Ja, antecesor de Sabados Felices. Los sabados y domingos la programacion era un tanto diferente, mas dibujos animados, mas peliculas y Animalandia, en la mañana del Domingo, con Pacheco y los payasos Bebe, Tuerquita y Pernito. Bastaba esto para mantenernos pegados a la pantalla con riesgo de un cancer pues se rumoraba que la television lo producia.

Cuando se prendia un televisor la gente se agolpaba en la puerta  de la casa del dueño, o si no tenia reja, invadian la sala como pedro por  su casa, era dificil desalojarlos, se iban cuando se terminaba la programacion. En esa epoca se transmitian los eventos mas importantes en vivo, recuerdo dos que causaron gran expectativa en el pueblo: La llegada de Paulo VI a Bogota y la llegada del Hombre a la luna.

A mi, personalmente, me tocaba invadir salas ajenas de donde muchas veces, auin siendo de la familia, nos echaban, asi que tocaba turnar la salas y para eso distribuimos los programas, asi, Caso Juzgado donde la Tia Albertina, El Tunel del Tiempo donde Caycedo y Programas especiales donde Mogollon. Donde mi abuelo Manuel, jamas vi television, por alguna razon tenia restringidas las idas a lo que todo el mundo llamaba La Compañía.

Cuando ya la situación económica mejoró en la casa, mi papá nos compro el televisor, moderno, le decian el burro pues tenía cuatro patas y 24 pulgadas, era toshiba, obvio que en blanco y negro y su tecnologia le permitia encender en menos tiempo. EL Control Remoto era un aparto de ciencia ficcion. Ya con televisor en casa, nuestro estatus crecio y nada de ir a las salas ajenas a mendigar television sentado en el suelo.

La luz era el enemigo de los televidentes, cada rato se iba y todo el pueblo tenia ya la necesida de la television, ya no los llenaba la radio, ya las imagenes los habian atrapado, sobre todo los noveleros, culebrones venezolanos y mejicanos que la gente seguia capitulo a capitulo.

Una prima emprendedora que tengo, aun vive, mujer negociante y de recio temple se le ocurrio traer de Maicao, Guajira, televisores que funcionaban con baterias de carros, de doce voltios, fue un exito total, eran pequeños televisores de doce pulgadas y de colores rechinantes que invadieron al pueblo para satisfacer el afan de no perderse a Una Muchacha Llamada Milagros, novela que demoró al menos cinco años en pantalla. En mi casa habia uno amarillo, y se hacia como en todas las casas, se parqueba el tractor contra una ventana y desde su bateria se sacaban los cables para el televisor y todo el mundo contento, habiamos vencido de nuevo. El que no tenia tractor compraba su bateria y prosperó asi el negocio de los que llevaban estas pilas a Sincelejo para recargarlas.

J. Glottman, nuestra firma respalda su compra: este almacen llenó de televisores al pueblo, eran buenos y baratos, y cuando la luz se hizo mas estable, la invasión aumentó. De este modo, la televisión entró a nuestras vidas para no salir de allí jamas. Solo unos pocos nostalgicos aun preferimos a la radio que a la televisión, escarbando por ahi, pues la radio a la larga se hizo de tan mala calidad como la televisión, exitiendo hoy en mi ciudad una radio chabacana y de mal gusto con seudolocutores que dan grima que imponen a fuerza de repetir y repetir no lo que tienen cierta calidad si no lo que se publicita mas tiempo.


En 1979 llegó el color a Colombia y a nuestros televisores, y pocas cosas cambiaron,  Gloria Valencia de castaño tuvo que engabetar su frase muletilla "Lastima que la television no sea a colores" cuando trasmitia los reinados de belleza y describia los vestidos de las concursantes y en cierta manera, el color acabo con la magia. La poca que quedaba... 

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