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Mostrando entradas de abril, 2013

Al fin llovió

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Cual escobita profesional hoy me gusté el primer aguacero grande de la temporada y limpié la terraza como pretexto para recordar una vieja afición: Bañarme en los aguaceros. Cuadro por cuadro vinieron a mi muchas cosas de la infancia, todas relacionadas con la lluvia y y todas felices. También llegaron imágenes de la adolescencia y de la vida adulta, estas si, felices unas, otras no tanto. Feliz en mi infancia cuando todo el pueblo era mi patio y por todas sus calles corríamos en ruidosa pandilla, brincando de charco en charco, buscando monedas perdidas que la lluvia desenterraba. Feliz en la adolescencia cuando llovía nos sorprendía en plena parranda de madrugada y sin importarnos nada nos dejamos empapar. Feliz de adolescente cuando llovía y la tierra se ablandaba para que el arado la hiriera y se pudiera sembrar. No tan feliz cuando los campos blanqueaban de mota y el aguacero amenazaba con  tumbar la cosecha al suelo. Sin embargo, siempre he pensado que la lluvia es un regalo de