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Cuando se pagaba por leer

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  No recuerdo cuánto se pagaba en San Pedro por el alquiler de un Paquito, pero esa era mi actividad preferida, tanto que bastantes problemas me dió y muchos azotes, era más sabroso leer Paquito que estudiar. Cuando nos mudamos a Sincelejo en el 74, ya leía las novelitas de vaqueros (las había también de ciencia ficción, FBI, terror), las compraba en el parque Santander, el mismo que me las vendía luego me las cambiaba por otras que no había leído, en un negocio eterno. Con Toño me iba a Magangué, sl parque América, allí la oferta era más grande y más diversa. ¿Qué hacían los que no podían costearse el alquiler?, Leían por encima del hombro de los que estaban leyendo. Se pagaba por leer y a veces escondido. Mi última colección de Paquitos mi mamá la tiro por el hoyo de inodoro, cayeron unos de Castello Mendoza, se los tuve que pagar al doble, porque el y su hermano Hugo, peleaban más que yo. La técnica era meter los Paquitos dentro del libro de estudio, nos veían interesados en la lect