Escrituras

Hijo, me siento muy orgulloso de tu disciplina y tu tenacidad con las cuales has logrado cosas aun siendo muy joven, cada vez que sales en la mañana te bendigo y te bendigo también cada vez que llegas por la tarde pues eres mi hijo amado. Hoy te acercas un poco más a las metas que Dios te tiene preparadas y a las que sé que llegarás para gloria de El y complacencia de nosotros. Te quiero hijo y como padre tuyo que digo que las bendiciones siempre te acompañaran.

Unas lineas breves para toda una vida de sacrificios para con todos nosotros, hace rato ya paso lo que paso y aun te recuerdo, ya no con dolor intenso el comienzo pero si con la tristeza suave de no verte más.

Este fue el Gabriel que yo conocí, el elegante de Bogotá siempre se me antojo un poco fuera de lugar. Carácter distinto radicalmente al mio fue la causa de que no compartiera más con él, disimiles en todo, música, gustos, comidas y forma de ser y esto se acentuó cuando se mudo a la Capital, mas cachaco senos volvió. En la infancia fue poco la camaradería, reconozco que lo cansé de tanto meterme en problemas en el colegio, problemas de los cuales él me sacaba, lo cansé tanto que terminó pidiendo lo cambiaran a una institución distinta.  Muchas fueron las cosas por las cuales tuvimos desacuerdos, pero no todo fue así, también hubo ratos buenos y agradables donde su atención para conmigo fue grande,  Una semiparalisis facial me impidió escribir esto el nueve de octubre, fecha en la cual debió cumplir años, pero en mi recuerdo siempre vivirá mi recuerdo, al igual que mi padre y la abuela.