La red social

En su esencia, las cosas no son ni malas ni buenas, son, diría yo, inocentes,  todo depende del uso que se le de, así, una cuchilla bien afilada, por ejemplo, no es ni mala ni buena, solo depende del uso que se le de, en las manos hábiles de un cirujano experto es generadora de vida, en las macabras manos de un homicida es segadora de vida, y en su alma, la cuchilla sigue siendo eso, una cuchilla. Cualquier cosa o ente de este mundo en el cual se piense ahora, llevará el mismo axiomático recurso. Al igual, las redes sociales mantienen este sistema, no son ni buenas ni malas,  algunos las usan para satisfacer deseos depravados y escondidos, otros para delinquir, otros para conocer gentes de otras partes, la infinidad de adolescentes con edad falsa los usan con fines diversos, a mi personalmente, me han servido para recuperar a los amigos que había perdido en el giro del mundo y el paso del tiempo, todavía me falta recuperar  a muchos, pero he logrado bastante y cada amigo recuperado, es una alegría y una bendición de Dios, es un recuperar vivencias, recuerdos, eventos y situaciones pasadas con personas que de verdad nos estimaron y que esa estimación ha resistido el paso del tiempo y la perdida ineludible de la memoria. En estos días recupere a Moisés Paternina, el hijo del fotógrafo,  primer amigo cuando lleno de expectativas y temores encontré cuando salí del pueblo a la ciudad, una ciudad que me parecía enorme y que al despedirme de ella años mas tarde, la veía como pueblito viejo de la canción. En fin, Moisés me mostró la ciudad, sus cosa malas y sus cosas buenas, su familia me acogió como un hijo más, estuvo conmigo en las buenas y en las no tan buenas, en mis tristezas y tragedias y en mis alegrías,  juntos conseguimos novias, parrandeamos hasta mas de la cuenta, como ese día que los discos aparecieron regados en la calle y los vecinos los recogieron, amigo de la adolescencia, buen amigo que ahora se comunica de nuevo, después de treinta y mas años de ausencia,  me alegro por eso....

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