El tarro de miel

En uno de estos días que escuchaba música, me puse a pensar lo difícil que era todo antes, por allá por los años 70 y principio de los 80. Todo tenía su grado de dificultad para conseguirse, más aun si deseabas tenerlo. Así, las cosas se tenían que fabricar donde un "curioso" o sea aquella persona dotada de cierta habilidad y de la paciencia suficiente para dedicarse a ver como funcionaban las cosas para él  arreglarlas o reproducirlas. Mi tío Joche  era curioso, y toda la gama de radio técnicos y relojeros eran curiosos para fabricar o inventarse vainas. Hoy, con tanto avance, cambiar piezas malas por repuestos buenos es un juego de niños, literalmente hablando pues los adolescentes nacieron con la tecnología y en eso nos llevan gran ventaja. Joche se encargaba de hacer funcionar las cosas que no funcionaban y por las cuales nadie respondía pues eran compradas de contrabando en lMaicao. Otro curioso era Checha Buelvas. Así, cuando tuve mi primera cámara fotográfica, estrenada el día del bautizo de Carmen Susana, nadie le sabia colocar el rollo, solo Joche lo logró y después de analizar mucho la dichosa cámara. (Aún conservo esa cámara). Igual ayuda debió prestar en las diferentes veces que los juguetes eléctricos no funcionaban o el simple cambio del bombillito a la lampara o linterna de mano y a baterías que nosotros le llamábamos simplemente el foco. Su ayuda también fue necesaria para poner a funcionar el toca discos Philips que mi papá le compró a Guillermo Sermeño en el Carmen de Bolívar. Con el correr del tiempo los curiosos subieron un peldaño y ya se les podía encontrar en talleres propios dedicados a arreglar radios o cualquier aparato que necesitara un arreglo preciso y que demandara paciencia. Cuando mis gafas se averiaban, las llevaba a un relojero joyero para que las soldara, bastante sufrí con eso, luego vinieron las gafas de policarbonato y descanse un poco. Cierto año, y es el último que recuerdo respecto a lo que hablo, me regaló mi Papá la repela del Algodón la cual vendí por treinta mil pesos, con ellas compre un equipo de sonido Sanyo, de contrabando, traído de Panamá y aún me quedaron seis mil pesos para ir con el gordo a Barranquilla a comprar un Desk Sony con sistema dolby de reducción de ruidos, estéreo,  el cual me costó cuatro mil pesos, los dos mil pesos restantes se fueron en pasajes y demás gastos de viaje. El caso es que el equipo Sony proveia un cable DIN no compatible con el equipo Sanyo. Aquí la ayuda de un curioso, en el taller SONORADIO, me fabricó el cable por doscientos pesos, suma exagerada para la época.

Otra cosa difícil de conseguir era la música, no existían aún los piratas. Recuerdo que a finales del 77 en un viaje a Bogotá el Gordo me llevó a un almacén de discos enorme y allí adquirí mucha música de la cual sentirme orgulloso de tenerla y cuyo fin, dicho sea de paso, fue vendérsela a Leonidas para comprar el pote de leche a Andrés Elías, que ya demostraba lo comelon que sería.

Esa música la grababa en casette y viajaba con ellos en una mochila de cuero hechas para tal propósito. y que Juancho compró en una promoción (Ya compraba en promociones).  La idea era escucharlos en esos viajes largos de Sincelejo a Cartagena o Barranquilla  y para eso cargábamos también la Grabadora y baterías de repuestos, sin audífonos, pesaba como tres kilos mas el peso de los casettes. Estos casettes terminaban en el pasa cintas del bus y con suerte el chófer ofrecía comprarlos. Cierto día, a a eso de las cinco de la tarde nos fuimos todos a visitar una amigas a el Carmen de Bolívar, de Sincelejo a El Carmen hay mas o menos una hora de viaje en un Torcoroma de esa época. Lo cierto es que entusiasmados nos dieron las diez de la noche y el encargado de los pasajes de regreso hay acabado con ellos. Ese día corrimos un albur, nos subimos como a las once de la noche en un Torcoroma que iba para Sincelejo, lleno hasta los teques, nos toco de pie y cuando el cobrador paso por el valor del pasaje tuvimos que explicarle que de plata nada, pero que le podíamos pagar con música, se tranzó por 8 de mis mas preciados casettes, la alternativa era bajarnos en el siguiente pueblo. Claro que en esa época se podía transitar a cualquier hora por cualquier parte, la seguridad democrática aún no era necesaria. ¿Como nos dimos cuenta que horas eran?, porque en un instante de silencio nuestro,  la televisión anunció el comienzo de la novela de la època, "RTI presenta: El Tarro de Miel".  Fue la última vez que vimos a esas amigas que bien mal nos trataron y fue también la última vez que viajamos en recocha de un pueblo al otro. De eso no quedo cicatriz, eran buenos tiempos, eramos jóvenes,  eramos imprudentes y poco previsivos y ademas conchudos en toda la extensión de la palabra.

Si los dichosos cassettes cansaban y eran incómodos como una piña, los LP lo eran más. Pesados, frágiles,  demasiado voluminosos y para cada parranda podíamos llevar un máximo de diez  en una bolsa especial que teníamos para ese fin y que fue construida por los presos con zunchos de otros embalajes. Eran en verdad engorrosos, se rayaban con facilidad, traían una bolsa plástica y después la caratula. Después de cada borrachera había que clasificarlos y meterlos en sus caratulas correspondientes, antes limpiarlos con liquido especial para ese menester y dejarlos a punto para otra parranda.En otras oportunidades amanecían en la calle, regados en el piso y sin caratulas.

Ahora todo es más fácil, los adolescentes todo lo tienen más fácil, la tecnología los ha vuelto perezosos, débiles y muy poco dados a correr aventuras o tener novias en otros pueblos, con lo sabroso que era esto. Aislados por audífonos pierden el contacto con el mundo exterior morando solitarios en sus propias burbujas donde nada dura nada y todo es quimérico. Charlas, bromas, chistes con los amigos han  terminado viajando como FW por todos los buzones de correo y los abrazos de llegada, despedida y felicitaciones son un remedo representados en monicongos   prefabricados para todas las ocasiones que viajan por el messenger fríos y cómplices de nuestras perezas.  Las reuniones son a distancia y casi siempre con los mismos temas, las risas se representan por su sonido onomatopéyico, jajajajaj o lo que es peor, sale un monicongo de estos desternillandose de la risa en el suelo.  
El día que un polvito se tenga que echar por blue tooth (Lease Blutú) se jodió la humanidad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Radio. Vieja Compañera de mi infancia.

El Trompo Zumbador

Tempestades, y otros fenomenos