De castigos y bendiciones....

A pesar de todo, nunca he pensado que las cosas que me ocurren o me ocurrieron son castigos, pensaba eso aun cuando no militaba en las filas de religión alguna, siempre sentí que las cosas había que hacerlas y que lo mejor era hacerlas con alegría para no sufrir aquellas cosas que hacerlas generan sufrimiento.  En los peores momentos y las peores situaciones vividas siempre una luz me iluminaba y advertía que castigo no era y para esto tenía como argumento contundente a mi favor la forma como me he desempeñado a lo largo de estos cincuenta y un años que he existido.  Con esta filosofía de las cosas y forma de ver la vida, pude soportar momentos ingratos y terribles que taladraron mi alma, pusieron en jaque a mi corazón y arrugaron a mi cerebro como si de uva pasa se tratara. Hubo cosas buenas, hubo cosas malas, y hubo cosas que no fueron ni malas ni buenas en si misma pero que alteraron la vida de otras personas que al verse amenazadas amenazaron mi integridad física y moral, siendo que en realidad no habían tales amenazas.  Mi linea de vida y pensamiento me permitieron profanar cosas improfanables,  escandalizar mentes serias y circunspectas con mis atrevidas declaraciones muchas de ellas en forma de chascarrillos y pecando por ser demasiado sinceras o por lo menos para el gusto de los que en su momento las escucharon.  Pero me he salido del tema en no se que variante del camino, portillo roto para palabras alambreras dispuestas a saltarse las cercas limitantes.  Mientras trabajé no sobresalí por el amor al trabajo, que si uno le tuviera amor al trabajo no le pagarían sueldo, si sobresalí fue quizás por hacer lo que me tocaba y dar una manito al que lo necesitara, además, trabajar no fue mi problema, mi problema es el no trabajar, mejor dicho mi problema es el no devengar algo fijo que pueda planearse sobre el papel y aun así no siento que me quitaron el castigo del trabajo por no se que misterioso indulto, siento mas bien que me quitaron la bendición del trabajo y la aventura de salir todos los días en la masa productora de este país que ni siquiera nos mira pues somos invisibles, le daba yo gracias a Dios todos los días por el trabajo que tenía y aun hoy le sigo dando gracias por el trabajo que tuve y que en su momento resolvió muchos problemas, míos y ajenos, tantos que ya olvide la mayor parte.  La vida tampoco ha sido un castigo para mi, al contrario, tengo la bendición de vivir y de disfrutar aun con las cosas mas pequeñas y reír de las tonterías más grandes, gracias mi Dios que me dio la vida y gracias a la vida que me ha dado tanto, como dice la canción. Quizás pase por este mundo y nadie entienda mi filosofía, o quizás la entiendan después y celebren mis ocurrencias en reuniones familiares donde algún profanador, palimpsesto de mi pensamiento, las halle cómicas o por lo menos  se lance una jota bien grande con admiración  mal encaminada. SI he cometido errores, seguramente cometeré algunos más, pero a mi favor expongo que a aquellos a quienes quiero los quiero con sinceridad profunda, aun a aquellos que alguna vez me hicieron daño y que a pesar de haberlos perdonado mi memoria guarda registro de lo que hube de perdonarles.  Seguramente a mi también me han perdonado muchas cosas, quizás la balanza no se incline a mi favor. Quiero a mi familia, quiero a mi mujer y quiero a mis hijos profundamente, aunque ahora mismo estén en la edad en que la vergüenza ante la opinión de los demás pese mas que el amor al papá, (nunca sufrí de eso, por eso no lo entiendo mucho). Quiero a las novias que tuve y las recuerdo con cariño y pido por que hayan encontrado la felicidad que buscaron. Mi Dios me puso un mecanismo que me hace olvidar las cosas,  aun desde joven, por eso mi corazón no ha sufrido por contener rencores vetustos que me hagan enojar cuando llegue a una edad provecta. Guardo con cariño todas las cosas buenas que me han pasado y recuerdo con mas cariño aun a las personas con las cuales las viví y no habló aquí de parrandas o roneras, si no de momentos que verdaderamente me hicieron crecer. EN consecuencia, nada en si es un castigo, todas son bendiciones, es la manía que tenemos nosotros de tomar las bendiciones y tornarlas en castigos lo que nos acaba y no nos deja disfrutar de esas bendiciones, por eso te digo, aprende a reconocer cuales han sido tus bendiciones, y disfrútalas sin olvidarte de dar gracias a Dios y aprende a analizar y escudriñar a los que tu crees son tus castigos y verás que por ahí hay una bendición escondida de la que te quejas y no has dejado que crezca en plenitud. Bendiciones disfrazadas de castigos que alguien a tu lado quisiera tener...
Familia, los amo a todos...

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