El sueño de Ivan: mapa del sitio

En una de esas noches en las que el sueño parece haber salido a dar una vuelta y haberme dejado sólo en frente del computador escribiendo para una pantalla, no me di cuenta en qué momento el embrujo incomparable del sol de la tierra donde nací como dice Ruben Blades, me llevó por la ruta del recuerdo y me sentó bajo el árbol solitario del pasado para que soñara.

Y soñé. Soñé que me encontraba con un beisbolista que no llegaba a primera porque le pesaba el cu... un loco que prefirió la música a los bates o los strike y un día salió diciendo que se iba y se fue. Me topé también con una niñita de pelo largo con un garabato metido en la boca y a la que nunca vi sin un perro al lado, y la analogía no tiene doble sentido. Esa que ahora tengo la certeza de que sabrá enseñar a su hija la locura de ser Arrieta, con todo lo que esto significa. Pero seguí andando y había también un tipo vestido con un overol naranja que cruzaba abismos como Rambo y pintaba como un loco, y que tal vez por el sin número de pellizcos y cocotazos que recibió cuando era niño y le decían “guarrulito”, no creció más allá de lo necesario para ser un gigante.

En ese momento, los gritos inconfundibles que se acercaban desde la esquina opuesta capturaron mi atención y fijaron mi mirada en una señora con un paraguas, a quien inicialmente le vi un dulce en la mano pero cuando me dispuse a recibirlo tenía un pequeño librito que decía Atalaya, Despertad o algo así, no recuerdo, pero sin duda alguna había un man vivo y una serie de testigos que lo confirmaban.

Una pequeña mano me atezaba la manga de mi camisa y me hizo voltear para ver a otra niñita brincando por todos lados y silbando sin el menor síntoma de cansancio. En todo el tiempo que duró este pedazo de mi sueño nunca dejó de reírse, silbar, hablar, hacerme cosquillas, mirar, preguntar, y en fin, hacía cualquier cosa menos quedarse quieta, pero en el fondo eso me alegró.

Ella llamó a otra niña, tal vez mayor, muy rara desde un principio. En un momento creí que estaba feliz pero me desconcertó cuando se levantó y se fue con rabia, para luego regresar convertida en puro cariño… muy rara… casi no habló, más bien gritó y rió mucho, pero después me dijo que tenía que ir al baño y se fue apresurada…

Seguí mi camino y me encontré en un raro lugar donde las cosas parecían estar pegadas en su sitio y había una extraña fuerza que mantenía las cosas fijas hasta que se movían y al parecer, había una catástrofe si esto pasaba o algo así. Después de un rato me acerqué a la habitante de ese lugar y me di cuenta de que la conocía de toda la vida, incluso de mis primeros recuerdos mientras cantaba el osito de lana, le enseñaba a leer a un niño y partía puerquitos de alcancía con muchas monedas de cincuenta para dar regalos o bolis…

Salí de este lugar y en la esquina encontré a un señor escuchando salsa y leyendo. Parecía un personaje salido de una imaginación garciamarquezca, y andaba con una gorra y encajado o sin camisa y pantaloneta. Cantaba a vivo pulmón boleros y a mil palabras por segundo relataba historias increíbles, entretenidas y seguramente con algún grado de ficción… No alcancé a preguntarle para qué era un taquito de madera que cargaba siempre en su bolsillo.

Detrás de él, una niña delgada y con el cabello muy largo demostraba su inteligencia y tocaba piano o algo así, pero no era una niña, era una mujer chiquita que pensaba con toda la madurez del caso e incluso regañaba con autoridad cuando las cosas estaban mal. Al lado de esa niña, que iba creciendo y creciendo sin avisar a nadie estaba un joven de tez oscura. Por alguna extraña razón en cada parte donde estaba este personajes llamaba la atención y lograba sonrisas o dejaba sin palabras, pero siempre repetía una extraña palabra, algo así como api, api, api, api, api, y preguntaba por celulares y bajar de peso y …

Un estornudo estruendoso me sacó del círculo de preguntas del joven de api y me asombré cuando vi a un niño dándole la mano a otro en la noche para que pudiera dormir sin miedo, o en otra imagen el mismo niño llegaba de la calle con dulces pequeños para un niño menor. Pero los párpados empezaron a pesarme y me casi me despiertan y el recuerdo se diluyó.

De inmediato apareció una mujer fuerte sentada al lado de un hombre gordo no tan fuerte como ella pero atrevido. Al principio no entendí de qué me hablaban pero después de un tiempo comprendí lo que tanto habían dicho y por qué lo habían dicho. Al parecer la vida no les había dado descanso pero para demostrar de lo que estaban hechos, ellos no le dieron entonces descanso a la vida…

Seguí caminando en mi sueño y me tropecé con un niño que jugaba en una moto de juguete haciendo los ruidos del motor con la boca. Nunca lo vi despegarse de otro niño, incluso después de que pelearon por… por algo que no recuerdo. A grande o a pequeño pasaron la tarde en una terraza mientras jugaban con troncos de madera y cajas de cartón o mecedoras en las que volaban por el espacio.

Una mujer con tranquila pero con la capacidad de convertirse en una fiera apareció en mi sueño, y con una mirada analítica sabía lo que pasaría con sólo ver… sin embargo no lo comentaba con nadie y seguía cocinando recetas con verduras y raras pero sabrosas, eso sí, sin mucha sal… en ese momento una mujer alta y delgada entró en el sueño y se quedó, ganándose el espacio que estaba tomando al montarse en un tren que parecía una fiesta de locos, sentimientos, emociones y recuerdos.

También apareció un hombre con una cámara fotográfica, que al mejor estilo de Leo Matiz o Manuel H, tenía una larga historia que contar con imágenes… En sus piernas una niña montada escuchaba canciones de algún cantante paisa y bailaba con mi escritorio. Esta niña urgaba mis ojos con sus manitos para ver si en realidad estaba soñando o si podría levantarme a jugar con ella.

Pero en algún momento llegó alguien cargado de maletas a quien recibieron con sorpresa. Venía disfrazado de cachaco y ordenaba la casa, en todo sentido. Había viajado, caminado, recorrido y hecho todo aquello con lo que se sentía él, y al son de la abejita abejita dame tu miel pero dámela todita o Tuntún se cayó en el baño y al pisar la jabonera se le fue el jabón por el cu… agregaba la palabra peo a todos los nombres de todo el mundo en todas las ocasiones. Agitando el brazo me dijo adiós y tomo de la mano a una mujer gigante en su baja estatura y con más fuerza que el gobernador, su madre, el equipo de sonido y los pobres en las estrellas. A ella la vi primero con un niño entre sus manos, metido en una ponchera de agua, un posillo de tinto en la mañana, los jarretes limpios que nunca se ensució y una hamaca en la que guardó el recuerdo de un hombre montado en una yegua llamada Lucero. La última imagen que soñé fue la de esta mujer sentada en una maquina Singer de coser enseñándole a un niño las tablas de multiplicar prometiéndole llevarlo a los caballitos eléctricos instalados en la avenida…

Este es un sueño bastante irreal del que Freud haría todo un psicoanálisis, sino supiera que es más real y fuerte que mi vida misma y que cada uno de estos personajes funciona como un engranaje dentro de una gran célula a la que despierto le digo gracias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Radio. Vieja Compañera de mi infancia.

El Trompo Zumbador

Tempestades, y otros fenomenos