Volvió el olor a lapiz y borrador

Viejos aromas de primaria.

Otra vez se llena mi calle de estudiantes, otra vez se siente el olor a lápiz y borrador que los caracteriza desde los inicios de la primaria. Meter la nariz en un bolso de uno de estos pelaos es recordar el viejo olor a escuela y a aquella época en la cual el desaliño al vestir el uniforme era castigado con uno de esos castigos tradicionales que los profesores se ingeniaban además de los reglasos respectivos en la palma de la mano.

Uno de los castigos era estar media hora debajo del inclemente sol con los brazos en cruz y las palmas de la mano mirando hacia arriba, en cada mano el profesor colocaba un libro grueso y se nos ordenaba no dejarlos caer so pena de duplicar el castigo, esto el la puerta del colegio, sometido al escarnio publico.

Otro castigo era arrodillarse sobre granos de maíz sosteniendo los libros en la cabeza, estos granitos se incrustaban en la rodilla y al retirarlos nos dejaban el bajo relieve que nos recordaba el suplicio por un tiempo más.

La vuelta al trote a la manzana con todo y maletín, lleno de libros y que pesaba como unos diez kilos, pues todos los días había que llevar todos los cuadernos y todos los libros.

Las famosas lineas, eran de mil parra arriba, el profesor se tomaba el trabajo de contarlas o le dejaba esta tarea al alumno sapo (siempre han existido) y algunos mas sagaces nos exigían que las enumeráramos, este era el castigo preferido para los que no asistíamos a misa los domingos: "Debo asistir a misa todos los domingos" mil o dos mil veces, según el cariño del profesor hacia el alumno. Muchas veces yo me levantaba tarde el domingo no asistía a la misa y por al tarde comenzaba yo el castigo para ir adelantándolo para el día siguiente. "Debo asistir a misa todos los domingos" y me hacia mas o menos quinientas así llevaba mas o menos la mitad. El profesor en su sabiduría nos cambiaba la frase "Debo ir a misa todos los domingos en comunidad" y ya habíamos perdido la tarde del domingo y el almuerzo del lunes, a veces salía más barato ir a misa y fingirse enfermo y lo mandaban a uno para la casa y se libraba del castigo mas no de la levantada temprano.

Barrer el salón y recoger la basura era un castigo menos cruel pero más humillante delante de los demás pues los dos primeros castigos te convertían en héroes de la pandilla, eran castigos de machos pero este ultimo era castigo para mujeres y te deterioraba la imagen.

Ahora, que se castigaba?: Las llegadas tardes, las uñas largas, el cabello largo, los zapatos sucios, el corbatín mal puesto, no ir a misa el domingo, hablar en clases sin permiso del maestro y sobre todo, contestarle al profesor cuando nos regañaba por algo, así nos asistiera la razón a nosotros.

Los reglasos en la mano era un castigo que podía eventualmente generar otro castigo, pues había mitos sobre trucos para que te dolieran menos los reglasos, es decir, mojarsela antes de los ferulasos, ensalivarsela, hacer un cuenco con ella para que el golpe no fuera de lleno y los peor, retirar la mano al venir el golpe y este al pasar de largo podía acabar en la rodilla del profesor y ahí era donde se generaba el otro castigo.

Sin embargo, nos gustaba ir al colegio, lo de estudiar era lo de menos, lo importante era la pandilla, los amigos, los juegos y travesuras. Los castigos no nos amilanaban y en una época en que dentro de casa no había forma de divertirse y las salidas a la calle eran restringidas, sobre todo en época de clases, era liberador asistir a clases y disfrutar de la magia de la imaginación acompañado de tus amigos. Todos los juegos eran al aire libre, en casa no habían consolas de juego ni se soñaba con el Internet o el chat que mantienen presos a nuestros hijos en casa y algunos viejos gomosos también.

Buenos tiempos aquellos....

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