Pensamientos Bucolicos...

Cuando en los años setenta mi papá nos sacó del campo no sabía que perdería una parte importante de mi vida, no sabía tampoco que 30 o más años más tarde la nostalgia me reclamaría y metería en mi alma ese deseo de volver, deseo que cada vez es más grande en proporción inversa a la oportunidad de lograr ese sueño.

Son muchos los factores que lo impiden, el principal de todos la situación del campo en ésta mi Colombia donde el campesino vive cada vez más amenazado y más olvidado.  Por otro lado es mucho lo que he perdido del campo viviendo en la ciudad donde el Internet te absorbe y los afanes de cada día te marcan el ritmo. 
Quizá nunca volveré a sentir ese olor de la tierra removida por el arado, tampoco sentiré en mis pies la tierra caliente recién arada, tampoco vendrá a mi esa búsqueda de cosas enterradas que el arado o el rastrillo sacaban a la superficie, tampoco volveré a sentir el inconfundible olor de la tierra revuelta húmeda por la lluvia o el rocío de la mañana. En mi mente vivirán sin poder transferir esas cosas simples que me hicieron feliz a mis hijos para que ellos tengan una aproximación de lo que fue mi adolescencia en medio de algodonales, gusanos, lluvias, angustias, soles ardientes que me mudaban el pellejo, novelitas de  vaqueros mientras esperaba que me llevaran el almuerzo, madrugones no importando el clima y acostarse bien cansado a las siete de la noche. El sábado en la mañana, se pagaba la nomina, una fila larga de trabajadores con una sonrisa de oreja a oreja, todos ya calentando con uno que otro trago, escondido, y el alma noble de esas personas que me regalaban las moneditas  sin detenerse a pensar que yo era el hijo del dueño y que ellos esa monedita la habían sudado bastante, solo lo hacía por que les caía bien y los entretenía con mi conversación. 

Era viajar en tractor a 15 kms por hora, sin amortiguadores, sin capota, donde lo importante era la aventura de andar por el campo, bebiendo agua al clima y comiendo galleta de cresto, ah buenos tiempos aquellos y gracias a Dios no me los perdí.

Nostalgia... 

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