La musa no tuvo la culpa

la tuvo la conexión

Quien sabe si estarán que mi fuente se secó, que las musas me abandonaron, que tengo el síndrome de la página en blanco, que ya no doy más y quien sabe que cosas más, pero nada de eso, fue simplemente la conexión, mejor dicho, la desconexión, algo brutal y aterrador, mundo de aislamiento donde nada llega, ignorante de las cosas del mundo sientes que estas en una caja negra sin agujeros. Los ciberadictos saben a que me refiero: el buzón se llena, luego te da pereza ver todos los mensajes y bajar los archivos adjuntos; pierdes tema de conversación, no sabes que pasa en facebook, sin noticias, sin vídeos, sin blogs, sin música, sin msn, es como si te sacaran de de la vida activa, solo puedo pensar en aquella frase del Longe Moco: "Fue horrible, fue Horrible" que aislamiento barbaro...

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Este era uno de mi juguetes preferidos y el fabricante era mi padre, se necesita un totumo seco, de esos que ya le suena la semilla por dentro, un pedazo de madera un poco mas larga que el totumo, un cordel, una puntilla de clavar zapatos y una tabla como de un centímetro de espesor por 15 de largo y mas o menos de 5 a 8 centímetros de ancho. Herramientas: un martillo, un cincel y si no lo tiene el cuchillo de la cocina. Primero se coge al totumo y se le hace un agujero no muy grande por al parte opuesta a la que se pega al árbol, por allí se le saca toda la tripa y se limpia muy bien. A la madera larga se le talla para que se redondeo un poco y a se le agudiza un extremo más que el otro. El extremo de madera debe caber perfectamente y sin que queden luces por el agujero que sirvió para sacar las tripas del totumo, por ese agujero se mete el extremo menos agudo y debe quedar perpendicular al eje del totumo, si no, no baila el trompo. Con la puntilla de clavar zapatos se asegura la
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Tempestades, y otros fenomenos

"Respeten a la ira de Dios" - así nos regañaba la abuela cuando en medio de la tempestad con truenos y centellas no dejábamos el desorden o nos peleábamos, mas comunmente esto ultimo. Apenas iniciada la función de relámpagos y truenos, mi mama tapaba los espejos y prohibía andar a pies descalzos. Y si era de noche, prendía la lampara y buscaba los fósforos y las velas. En medio de la tempestad debíamos permanecer en un solo sitio callados y quietos y si era de noche, todos nos despertábamos y en veloz carrera nos cambiábamos a las camas de madera que según no transmitían la electricidad.  Mas por desorden que por miedo. En mi casa siempre hubo pensionados, costumbre que se acabo al mudarse mi mama a Cartagena, todos llegaban con su maleta, su cama de spring - de esas que se cierran con todo y colchon - su juego de sabanas, cartones para meter entre el colchón y la malla de alambre de la cama, colchón cuatro golpes, (se llamaban asi pues se le daban cuatro golpes, se ponía
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