Vanitas vanitatum et omnia vanitas

Yo en una lejana infancia lo único que me marcaba era que pasará el pescao de mar y no hubiera plata para comprarmelo. Depués, ya más viejo,  tenía todo lo que necesitaba: el pueblo por patio, una bicicleta como la de San Tropel, carros de madera hechos por mi tio Joche y me importaba si llovía o hacia sol. Cuando aprendí a leer me hacían falta los paquitos (tebeo por si me lee algun barcelonés) y otra vez la falta de los miserables tres pesos que costaban. Crecí un poco más y  con más amigos la felicidad era tangible. No teniamos televisión, teniamos la radio. No habían muchas cosas, el telefono lo conocí cuando  cumplí quince años, las calculadoras en cuarto de bachillerato y nada más traían las cuatro operaciones básicas y la raiz cuadrada y eran bien grandes las HP. Entonces, me pregunto y les pregunto, ¿Por qué no encuentro mucho que hacer cuando se va la luz si yo creci con mechones de petroleo que me dejaban la nariz llena de hollín cuando leía cerca de ellos? ¿De cuando acá esa adicción a la internet?

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