No todo tiempo pasado fue mejor.



Me río y discrepo de todos aquellos que pregonan y están convencidos de que todo tiempo pasado fue mejor. Para mí el mejor tiempo es este que estoy viviendo, 57 años cumplidos, sano de mente y de cuerpo en lo que se puede esperar de una persona de  esta edad y que lleva una vida sin vicios pero casi sedentaria. En este medio siglo de vida he visto como las cosas han mejorado sustancialmente, mejores carreteras, mejores vehículos y más veloces, aviones súper rápidos y pasajes baratos; sin hablar de las comunicaciones y la cuasi omnipresencia de las personas, en otras palabras, la aldea global que mencionaba no sé cuál filosofo. Salir de mi pueblo, San Pedro, a Sincelejo era toda una aventura traumatizante, al menos la carretera hasta el Bongo (sitio tenebroso donde no se podía parar de noche) era destapada y llena de escalerillas, recuerdo que mis tías y primas cuando hacían este trayecto llevaban la ropa del viaje y la ropa para cambiarse una vez llegábamos, con baño incluido. El viajecito demoraba como dos horas, en un carro sin aire acondicionado, si música, con capota de lona y sin WiFi, maravilla moderna. El velocímetro del carro mostraba que podía llegar a una velocidad máxima de 120 k/h, o sea que la velocidad crucero, en tercera pues no traía más cambios, era de unos 50 k/h, sin contar con las paradas a orinar y a comer y a beber agua o a visitar un ratico a alguien que vivía en la vía. Salíamos de  madrugada para que rindiera el día, ya lo mencioné alguna vez, pero nada, el sol siempre nos martirizaba en el camino. El primer carro de mi papá fue un Willis corto (placa UN 0212), esto quiere decir que cabían que estaba hecho para cinco personas más después del conductor, todos teníamos puestos fijos y todos peleábamos por lo apretado del asunto, y era tan jodida la cosa que mi  papá nos daba de comer dentro del carro par que no nos desordenáramos y comenzáramos de nuevo a acomodarnos, cosa que ya había logrado un hueco que no pudo esquivar, brincamos y caímos arreglados. He de decir que mi papá siempre invitaba una o dos primas y la apretazón era mucho más fuerte. En ese willicito fuimos muchas partes, a paso de tortuga, pero fuimos y salimos a recorrer. Más tarde cuando la situación se arregló un poco, dimos el salto al Nissan (PV 1836), cabinado, más largo y cómodo en su interior, sin aire, pero más rápido, la misma apretazón, además de primas ya llevamos amigas de la familia. En ese carro nos llevó un bus por delante en la carretera que conduce de Sincelejo a Sampues,  en el año 75, estaba yo en cuarto de bachillerato donde el viejo Sanjuanelo. En ese carro fuimos a Barranquilla, Santa Marta, Cartagena y municipios circunvecinos, aun mi papá compraba la comida y la degustábamos en el carro o bajo la sombra de algún árbol frondoso a orillas de la carretera. En ese carro metimos como a 20 personas de Barranquilla a Santa Marta, más las ollas del almuerzo. En ese carro nos tardábamos todo el día de Sincelejo a Barranquilla, con los almuerzos y siestas bajo las sombras de las ceibas y las visitas a Samuelito, en la finca de la Cordialidad. Ese carro se reparó del golpe y se vendió a un tal Filadelfo con el cual se estrelló nuevamente y está vez para siempre. Luego, como reposición, mi papá compró otro Nissan (PV 2094), verde por fuera y verde por dentro, por fuera su color original de fábrica y por dentro el color adquirido de tanto llevar veneno de una pista de fumigación a otra. Ese carro permaneció en la familia mucho tiempo después de muerto mi papá y fue muchas las alegrías que nos dio hasta que mi mamá lo vendió no sé a quién. Como dije estos carros eran lentos, la velocidad máxima de estos Nissan eran de 140 k/h, pero nunca la comprobamos. La dirección de estos carros era completamente mecánica, nada de electro asistida ni cosas así; la rueda libre era manual, esto significaba que había que tirarse al barro para activarla y, ese, el del barro siempre era yo. Como ven, las cosas han mejorado mucho, carros más veloces, carreteras más amplias o doble calzada, aire acondicionado, GPS, vidrios eléctricos, no se empañan (a mamá le tocaba ir limpiando el parabrisas por dentro cuando nos sorprendía la lluvia en el camino), música, etc, etc., como ven no todo tiempo pasado fue mejor y eso que no nos tocó a lomo de mula o por lancha en el río. Todo ha mejorado en este mundo globalizado, todo ha avanzado, menos algunos humanos pero eso no me compete a mí decirlo en este escrito. Los teléfonos, antes uno para cada casa hoy uno para cada uno y nos acompañan a todas partes, computadores, neveras, todo, absolutamente todo. Así, no todo tiempo pasado fue mejor. Y me quedé corto.  

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