El mundo gira y cuando gira es chico...

Estos últimos días han sido intensos y llenos de toda clase de eventos, felices unos no tanto los otros, pero en la rosca de la familia a todos nos llega con mayor o menor intensidad pues había veces que la familia pareciera ser un solo cuerpo dotado de sensores que vendríamos a ser cada uno de sus miembros, naturales o por ley. 

En las noticias buenas está el enuncio de Leo de venir en diciembre, ojalá y esto se concrete con el favor de Dios. Aun falta tiempo para que se acabe el año pero el mundo esta girando más y más rápido y se está haciendo más pequeño en su girar.

Al retoño de Lucía, mujer hasta hace unos días, le aparecieron bolas y esto desató aun más la felicidad de los directamente involucrados, yo también me alegro pero de igual forma las niñas tienen su encanto y cuando crecen, sin desmedro de los varones, retornan el cariño con más facilidad y a veces nos amarran con una sonrisa y se convierten en nuestras mágicas princesas.

Ahí vamos boleando con las cosas, unas negras y otras color rosa como dice la canción, suspendido entre el pasado y el futuro en un presente  lleno de tantas vainas que a veces abruman, sobre todo aquellas en las que estamos incapacitados para hacer algo verdaderamente de ayuda. 

Esto me ha hecho pensar varias veces en el nido materno, así la abuela se haya ido el nido materno es verdaderamente un refugio de aquellos que quedamos batallando en el mundo, refugio que se había perdido por sobrecupo pero que ya esta de nuevo funcionando. Oasis para huir de las cosas que nos agobian saboreando un boli de cola con leche o de guanabana o simplemente en una discusión sin sentido ni punto de llegada con Carmen. Es así como todos se alejan, rondan y vuelven a la vieja hamaca guindada en el cuarto. Imantada nos atrae cuando el sol arrecia o cuando el ruido es demasiado, pero sobre todo nos atrae cuando queremos escapar de nosotros mismos.

Mi papá diría que es la querencia, esa misma fuerza que hace que los animales retornen al hogar del dueño de donde fueron sacados en contra de su voluntad, la misma fuerza que hace que el ganando regrese de tardecita a los corrales. Esa querencia la tenemos todos, unos las dejamos ver más que los otros, pero nadie se escapa de ella.  Y en ese refugio los he visto a todos, sentarse mirando para la calle, reconocer cada pedacito de baldosa, saber que cada mata tiene su historia, que cada hora tiene su hora paralela en tiempos que ya fueron y que nuestra mente nos retrae de vez en cuando cuando algún guiño microscópico del tiempo nos desencadena la espoleta de los recuerdos. 

Siempre recordaré esa casa y cada uno de los que en ella habitaron, siempre recordaré que la historia de cada pedacito de baldosa la escribimos todos juntos para que estando unidos los recuerdos, estemos unidos los dueños de esos recuerdos. Siempre sabre que esa casa es escala obligada de los que volaron lejos y regresarán algún día y esa casa cobijará de nuevo nuestras risas y mamaderas de gallo, alcahuete de todos los tiempos. 

La casa materna, punto de encuentro de sentimientos....

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