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8 de diciembre, dia de velitas.

  Mi percepción es que ya lo de poner velitas en la madrugada del ocho diciembre es cosa de viejos y de su carácter de fiesta religiosa no queda casi nada. Aun se ven niños y algunos jóvenes acompañados por sus abuelos colocando velitas en los frentes de las casas, pero son muy pocos, ya a ellos no les interesa una tradición que a lo mejor no les dice nada.   En mi pueblo en Sucre, las velitas se ponen la noche del siete y la noche del ocho, allá no se madruga, esa manera la encontré en Barranquilla a finales de los años 70 cuando fui a estudiar a esa ciudad y luego la encontré de nuevo aquí en Cartagena. La fiesta de velitas en Barranquilla es más grande que la de Cartagena.   Nosotros, los sobrinos y hermanos nos reuníamos desde la noche del siete a esperar, en medio de tragos y música y mamadera de gallo, la madrugada para llenar la acera de velitas, esperar el amanecer y esperar la comida tradicional para la época. De estas reuniones quedan varias anécdotas ...

Recordando las navidades (Iván Buelvas)

 A partir del primero de diciembre, el barrio se pintaba de nuevos colores. Las casas se engalanaban con el color de pintura que estuviera de promoción donde Lourdes y por un momento, se escondía cualquier tristeza que hubiera habido a lo largo del año. El aire se impregnaba de pintura, pólvora, perfumes y ron. Octavio, el dueño de la tienda San José, se guardaba sus mejores mercancías para esta época. Todo un experto en marketing, hacia promociones, vendía juguetes, maquillaje y artículos para todas las edades, y lo mejor, todo se podía pagar en enero, cuando llegara el guayabo y las deudas regresaran de vacaciones.   Mientras tanto, las cuentas pendientes se apuntaban en un pedazo de cartón que casi siempre tenía en el reverso el logo de una marca de cigarrillos. Con el cobro posterior venía un almanaque con frases motivadoras para cada mes. En la casa había pasteles en Navidad. Mi abuela encargaba las hojas de vijao y durante un día completo se dedicaba a cocinar pastel...

El Reloj

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    Yo nací en una época en que las horas no eran exactas y cada reloj marcaba una hora diferente. Era la época del menos, menos cuarto, menos 10, menos 20, pero nunca menos 25, no había menos 4, eso era menos 5. En esa época los relojes se atrasaban por falta de cuerda, porque eran de cuerda los relojes y se debían usar en la mano izquierda. Si la torre de la iglesia tenía un reloj, esa era la hora oficial. Todavía quedaban algunos relojes de relojera, con leontina, el de mi papá era maraca Ferrocarril de Antioquia, había que apretarle un botoncito con la uña para que abriera, aun conservo la cascara exterior y creo que con el tal mecanismo del botoncito.  Ahora todo el mundo tiene la misma hora, los relojes no se atrasan, y y no hay menos cuarto ni nada de eso, ahora son la y 45, las y 10, incluso las y 58. Antes leer la hora la enseñaban en los colegios, ahora ya esa practica no es necesario, ahora los relojes son digitales, con batería, nada de cuerda, nada de ponerle...

La Familia

  Yo creo que la familia comenzó a regarse en firme cuando murió la abuela en el 2008. Ya Leonardo estaba en España para esa época, era el más lejano. Iván en Bogotá, estudiando aún. Los demás podíamos reunirnos con el simple esfuerzo de una caminata. Leila y Juancho, panaderos en los Caracoles; Yanice y Leonidas   con Melisa, Andrea y Luna, en el Campestre; Edgar e Ivonne en Camagüey; El Gabito y Carmen aún en las Gaviotas y yo, con los míos en el mismo barrio.   Las integraciones familiares eran más fáciles, con motivo o sin él.   Un día Juancho se va con los suyos a su Sincelejo del alma, a vivir a la finquita de Bellavista, con él se va también el Gabo, ya con Lina y Paula. Leyla y Juancho regresaron a Cartagena a reunirse con Luci y estuvieron más o menos dos años. Más tarde se van Edgar e Ivonne para la zona norte y el   año pasado, por traslado laboral de Lucia,   los Buelvas se mudaron a Montería. El Gabo se quedó viviendo en Sincelejo.  ...