El Blanquito
De mi padre herede el color moreno de mi piel, ese color que me diferenciaba de los demás hermanos y que fue usado para hacerme creer el cuento que me habían encontrado debajo de un puente. Mi padre era un hombre, como ya dije, moreno, con los surcos de la tierra que araba en busca del sustento, dibujados en su cara. Sin embargo, los campesinos le decían El Blanco, como una forma de mostrarle ese respeto que nace del cariño hacia otra persona. El Blanco lo herede yo, y pase a ser, también, a pesar de mi color moreno, El Blanquito. Y me prodigaban atenciones y me brindaban su respeto, por el solo hecho de ser el hijo de mi padre. Y no eran pocas las atenciones, eran inmensas demostraciones del cariño y la hospitalidad del campesino nato que abría sin reparo las puertas de su casa al visitante que por una u otra razón pisaba su parcela. Mataba la mejor gallina y nos agasajaba con las mejores presas y al partir, aun había algo para llevar. Era el campesino que trabajaba inclinado h...