Buenos momentos que yacian olvidados
Por no se que cosa me imagine un montón de libros viejos en mi cumpleaños, y vaya que por conducto de Edgar e Ivan me llegaron varios, entre ellos tres novelitas de vaqueros de las que tanto me gustaba leer cuando era un adolescente. Las leía y cuando lo hacía las cambiaba por otras devolviendo un peso oro, primero en Magangué cuando vivíamos en San Pedro y luego en el parque Santander cuando ya cultivábamos en Sampués. Recordé muchas cosas sin querer y muchas cosas se repitieron ahora como si agazapadas estuvieran esperando el instante para saltar de nuevo a la realidad. En lo mejor de la novela, siempre llegaba alguien o la fila del algodón se movía, o había que irse a dormir. Recuerdo una vez en el Gimnasio Juvenil que un compañero leía entusiasmado una de estas novelitas en la clase de Español y no se dio cuenta cuando el profesor se le acercó sin que el lo notara y se la quitó, sorprendido el alumno solo pudo decir: "Ñerda, viejo profe, y ahora que iban a decir quien es...